Hay cargas emocionales que roban mi alegría, porque ocultarlas no las desvanece, pero desvanecen mis ganas de seguir.
El corazón duele, las lágrimas buscan escapar, aunque son retenidas por el miedo de la insuficiencia.
Mi mente no tolera un pensamiento más, las heridas no sanan y los sentimientos que no han sido expresados siguen ahí.
Ser fuerte no basta, sin embargo, no hay una mano que sostener, solo latidos que buscan aferrarse a la utopía de ser inteligible.