Las manos de quien me envuelve son las manos sagradas del portal que entremesean la vida con la muerte y compara la condena con la dicha.
Las que crean pendientes en mi cuerpo con la piel eminente de sus dedos, devastando historias bélicas primitivas con sus nudillos llanos inquebrantables.
Delicadezas que se mueven firmes por el afán siempre eclipsado de mis letras accidentales inflexibles que instigan el tormento de tus labios.