La soledad persigue al poeta,
lo acorrala, lo estruja,
y cuando ha cumplido su cometido,
se queda para ver el resultado
del sufrimiento causado.
Se queda en las navidades
y en las fiestas del pueblo.
La soledad, en los bailes, no tiene buen ritmo.
Así pasa un escritor
sus días, sus años,
esperando a un amor
que tal vez no llegue nunca.
Tal vez no busque un amor,
ni la miel convertida en caricias.
Solo anhela el calor
de un corazón que cobije su vida.