Hay días en los que el alma no cabe en el cuerpo.
Días en los que la tristeza no llora,
se queda quieta,
mirándote desde adentro.
Días en los que la esperanza no grita,
pero susurra,
y eso alcanza para seguir.
A veces, no hace falta un milagro.
Solo un rayo de sol colándose por la ventana,
una canción que dice lo que no sabés decir,
o el silencio...
ese que no juzga,
ese que te deja sentir.
No todo se rompe para siempre.
A veces el dolor solo limpia.
A veces, lo que duele, enseña.
A veces, lo que se va,
abre espacio para algo mejor.
Y aunque no lo sepas,
aunque no lo veas,
aunque no lo sientas hoy…
estás renaciendo.
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